RELATOS TERROR,por Daniel L.

martes, 3 de febrero de 2009 ·

El Ritual de las Ánimas:

No paraba de soplar el viento en mi cara. La ciudad aparentemente estaba abandonada, y ni un alma recorría las calles a pesar de ser una radiante mañana. Continué caminando, iluso de encontrar a alguien, y así sucedió. Una niña de rostro angelical y cabellos tan claros como los rayos del sol me miró fijamente antes de darse la vuelta y desaparecer. Decidí seguirla, pues era el primer ser que veía en tres días por aquellos lugares... La niña caminaba deprisa, como si flotara en el aire, pero veía claramente que tenía muy bien apoyados los pies en el suelo. La llamé varias veces sin resultado alguno. Tras unas horas, la chiquilla penetró por una amplia puerta de madera anclada en una roca, armando un gran estruendo al cerrarse. Noté una pavorosa presencia, y mi instinto me dijo que debía largarme de allí cuanto antes... aceleré el paso y regresé a la fantasmal ciudad. Esta vez, cuando llegué, vi las calles con mucha más vida que antes. La gente ahora paseaba y comerciaba con comida, dando mucha más alegría a su ambiente. Algo más relajado porque ya no me encontraba tan solo, me acerqué a un viejo anciano que estaba sentado en la puerta de lo que parecía una pequeña y desaliñada pensión. Le pregunté el coste de la estancia y me respondió entre dientes que no más de veinte rupias la noche. Me asenté en la habitación más alta, preguntándome adónde habría ido la pequeña niña y el por qué de aquella tétrica presencia... dejando mi mente en blanco, conseguí dormirme. Un frío intenso recorrió el marco de la ventana y llegó a mi espalda, despertándome. Por la claridad, calculé que podían ser aproximadamente las siete de la madrugada. Permanecí sentado en la cama, cavilando si la niña del día anterior volvería a aparecer en el mismo sitio. Me vestí rápidamente y salí de la pensión. Crucé las mismas calles, mirando a todos lados y comprobando como la ciudad estaba tan vacía como lo estaba ayer. Una punzada de terror me recorrió la espalda al ver justamente en la misma posición y en el mismo lugar a la pequeña niña. Tragué saliva y volví a seguirla, llegando a la misma puerta. Nuevamente, aquella presencia volvió a advertirme que no debía continuar. Volví desconcertado a la ciudad, que rebosaba de gente. Confuso y absorto, no tuve reparos en acercarme a un anciano y preguntarle si conocía a la supuesta muchachita. Aclarándose la garganta y levantándose, el viejo comenzó a relatarme una interesante pero terrorífica historia:

“Cuenta la leyenda que hace aproximadamente un siglo, el espectro de una dulce y pequeña niña aparece siempre en la esquina del edificio más antiguo de la ciudad y se dirige hacia una enorme puerta de madera anclada en una inmensa roca alrededor de las siete en punto de la madrugada. Se dice que la niña asiste cada amanecer a una especie de ritual de ánimas, para purificarse y algún día poder entrar al mundo de los muertos, al que nunca ha tenido ocasión de asistir, arrastrando con ellas a un gran número de almas que tampoco lo han conseguido.”

Me quedé petrificado ante tal “cuento” y empecé a pensar que podía estar obsesionándome con la pequeña y con lo que detrás de la puerta hubiera, de modo que sin pensármelo dos veces, decidí ir a averiguar todo cuanto pudiese. Me armé de valor y, cuando me hallé delante del gran portón, lo empujé con todas mis fuerzas. Miles de horribles imágenes pasaron ante mis ojos... todos mis ancestros, mi difunta esposa por la cual había venido a esta ciudad e incluso, la niña, estaban allí, señalándome acusadoramente y revelándome que jamás podría salir de allí...

Daniel López Mancera 4ºA

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